¿Desde dónde me miro, desde lo que soy o desde lo que creo que soy?

El aforismo griego "Conócete a ti mismo" sigue hoy tan vigente como cuando se inscribió en el frontón del Templo de Delfos en la Antigua Grecia. Si queremos conocernos a nosotros mismos, podríamos comenzar por observar nuestra conducta frente a situaciones nuevas, imprevistas. Cuando un hecho nos conecta inconscientemente con una vivencia dolorosa, tenderemos a reaccionar de manera desproporcionada a la causa, exaltándonos o inhibiéndonos, no pudiendo dar una respuesta adecuada. Estas reacciones que tenemos frente a ciertas situaciones, ponen de manifiesto heridas que subyacen y están encubiertas.

En general, suele suceder que construimos imágenes de nosotros mismos que nos alejan de lo que verdaderamente somos, éstas son imágenes mentales, que la persona no percibe, sino que vive interiormente. El apego a la imagen que nos identifica, nos guste o rechace, nos hace sentir más seguros,  porque nos resulta conocida. Y las creencias sobre nosotros mismos provienen, las más de las veces, de lo que asimilamos de nuestros padres, familiares, educadores, entorno socio-cultural y a otras que construimos nosotros mismos.

Las creencias disfuncionales hacen que experimentemos la realidad con una visión sesgada y por eso no vemos el mundo como es, sino como “creemos” que es. Por ejemplo, cuando expresamos;  "no puedo salir adelante...", "soy inútil", "soy una desilusión", "tengo que ser el mejor en todo", "tengo que ser perfecto, no me puedo equivocar", etc.

Es un trabajo enriquecedor el aprender a conocer quiénes somos, porque, el estar instalado en creencias falsas sobre nosotros mismos, nos aleja de nuestros objetivos. Ampliando la mirada propone contribuir a este trabajo a través de las imágenes impresas con las que desarrolla la técnica. Hace poco llegó un paciente a mi consultorio porque sentía que se descompensaba psicológicamente y estaba muy estresado a causa de una calumnia, que había dañado la "buena imagen" que tanto le había costado lograr. Cuando eligió las tarjetas, al preguntarle a una de ellas por lo que sentía, respondió: "En este momento siente un vacío. No sabe muchas veces para dónde ir, qué decisión tomar. Porque si bien las decisiones las toma él, a veces prefiere que alguien le diga lo que tiene que hacer. Siente inseguridad y a veces soledad".

Luego, cuando el paciente le pregunta a esa misma imagen en qué lo puede ayudar para sentirse bien, ésta le responde: "Vos tenés que ser quién sos y no mostrar lo que querés que vean los otros. Detrás del hombre blanco está lo que sos y no lo que vayas pintando por arriba”. Al repetir la pregunta a una segunda imagen, obtiene la siguiente respuesta: "Soltate de aquellas cosas que te atan y no te dejan mirarte y mirar las personas que te rodean”.

Mirarnos genuinamente es de vital importancia para poder avanzar en nuestros propósitos, sólo así nos conoceremos realmente a nosotros mismos. Aferrarnos a nuestra zona de “confort” nos impide adentrarnos en un mayor entendimiento y comprensión de nosotros mismos, y a los que ejercemos esta profesión, en consecuencia, también nos impide alcanzar una mayor compresión de nuestros pacientes. ¿Es un desafío? Claro que sí, y vale la pena intentarlo.